martes, 30 de abril de 2013

Número 2.

Cada día observamos en las noticias nuevos casos de corrupción de las clases más altas. Nuevos casos que son, en realidad, bastante antiguos, pero que se han conseguido ocultar hasta el momento.
Otro tipo de noticias son los casos que no se acaban de juzgar las presuntas corrupciones, aun sabiendo que muchos de ellos tienen un pie más cerca de la culpabilidad que de la inocencia.

Por supuesto que la presunción de inocencia ha de estar siempre por encima de cualquier sentencia prematura, pero es difícil en casos como el del señor Bárcenas y el tumoroso asunto de Urdangarín, que amenaza con metastatizar en una buena parte de los miembros de la monarquía.

Son casos que quedarán impunes, y que merecen castigos ejemplares, ya que representan un pueblo ahogado en impuestos y en recortes, que, pese a ser necesarios, agotan la moral social.

Por eso queremos lanzar un mensaje. Hay que cambiar la situación. Hay que dar la vuelta a la "tortilla".
Hay que demostrar a la clase política que la población quiere un cambio, que sólo será posible mediante el voto, mediante la elección de los partidos minoritarios; de los que proponen opciones diferentes al bipartidismo evidente de la actualidad en este país marchito, enfermo. Un país pleno de virus y "chupópteros" que lo agotan.

Como decía Unamuno, "Me duele España". En eso deberíamos pensar los españoles, en el país que podría ser puntero en el mundo y se queda rezagado tras la falta de voluntad general y el acomodamiento de la sociedad.

Hay que pedir justicia, y se ha demostrado que los grandes ya no la entienden.


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